'Niño, deja ya de joder con la pelota…”' (Joan M. Serrat)

05.07.12
Seguridad Ciudadana

¡Hartos de ruidos!

Con frecuencia los vecinos y vecinas de una calle o plaza se quejan de que algunos niños o niñas, jóvenes, y no tan jóvenes, utilizan las plazas y aceras como campo de fútbol o baloncesto a horas que resultan intempestivas, y cuando les apetece se dedican a dar balonazos con balones de fútbol reglamentario y no pelotitas de playa, precisamente, produciendo manchas y desconchados en las paredes de las casas próximas e, incluso, no es infrecuente que algún balón se cuele por la ventana hasta el salón de alguna vivienda.

También reclaman que están sufriendo balonazos hasta las diez de la noche. Son horas y horas de balonazos a escasos metros de sus ventanas, sin contar los gritos, lo que les impide estar en el salón de su casa descansando, leyendo, viendo la tele o echando la siesta.

Cada balonazo es tremendamente desagradable y la molestia se vuelve por momentos en verdaderamente irritante para los nervios de cualquiera, en particular para la paciencia de las personas que las sufren, hartas de ruidos.

Por desgracia, en alguna ocasión niños de 12 años se han puesto gallitos con los vecinos y vecinas que les han recriminado su actitud.

No es menos cierto que, en ocasiones, somos los padres y madres quienes no nos hacemos responsables de lo que hacen nuestros hijos e hijas y parece que les soltamos en la plaza y nos despreocupamos de su cuidado. Es lo que tienen los/as niños/as, que si tienen unos padres/madres que no les controlan, se crían salvajes, sin que los vecinos y vecinas afectadas tengan ninguna culpa.

“Esos locos bajitos”

Hace no muchos años los niños y no tan niños jugábamos al balón en las calles y plazas del pueblo, incluso de noche aprovechando la luz de las farolas. La calle era el escenario donde aprendíamos a golpear y pasar el balón, y se podía jugar porque, entre otras cosas, el número de coches era pequeño y el tráfico casi inexistente.

Si la calle era el escenario, el balón representaba el principal protagonista porque era omnipresente, siempre lo llevábamos a todas partes, en casa, en la calle, en el colegio, los días de diario, sábados, domingos y días de fiesta.

Con el juego en la calle los niños desarrollábamos la imaginación y la creatividad, sin olvidar que también ha sido la semilla de buenos futbolistas que todos tenemos ahora en nuestra mente.

Hoy en día es impensable en nuestra sociedad, al menos en las zonas urbanas, jugar al balón en la calle debido al intenso tráfico y a que hemos convertido las calles y plazas en el lugar donde estacionamos el coche.

Tampoco podemos meter a nuestros niños y niñas en un gueto donde les cubramos con plástico de burbujas para que no se dañen, ni pintar las paredes de negro para que no las ensucien. Tenemos que pensar un poco en qué clase de mundo ¿electrónico? estamos construyendo para los niños y niñas. Dentro de unos años sabrán lo que es un balón por los partidos de fútbol retransmitidos por televisión, las videoconsolas y los libros de historia. Los niños y niñas de hoy, futuros médicos, albañiles, profesoras o torneras, que dirigirán este país en breve, crecerán sin imaginación y sin libertad.

Crecer, alborotar, ensuciar, correr y gritar, jugar, imaginar, trastear, bromear… son todos rasgos de la infancia y son parte de su proceso de formación y desarrollo como personas.

Cierto es que la pelota puede molestar a los vecinos y vecinas, cierto es que los niños y niñas suelen dar la lata, ya lo decía Joan Manuel Serrat, “niño, deja ya de joder con la pelota…”, en su canción “Esos locos bajitos”.

¿Tanto nos molesta que un niño o niña juegue a la pelota en la plaza? ¿Quién no lo ha hecho? ¿No hemos jugado todos/as en la calle?

Los niños siempre hemos molestado con la pelota, no es nada nuevo, y generaciones y generaciones han sabido convivir en los espacios públicos con ellos. Mientras los padres o los abuelos charlaban en el banco, los pequeños jugaban y gritaban ¡aita, mira lo que hago!, pegaban un balonazo a algún vecino, se caían y les salía sangre de la nariz, y siempre ha bastado con hacer una bola de papel higiénico y metérsela por el orificio nasal para cortar la hemorragia, disculparse con el vecino que había sufrido el balonazo y darles un toque de atención a los chavales cuando se pasaban…

Hoy, no debiera ser diferente. Dejemos a los niños y niñas joder con la pelota, que para eso son niños…

Si por cada barrio, cada calle, cada plaza, tiene que haber un campo de fútbol, apaga y vámonos. Cada vez hay menos espacios de recreo para los niños y niñas, parece que para jugar hace falta un parque infantil acolchado con columpios homologados… Y sí, están muy bien estos parques, pero tampoco sirven para jugar a la pelota…

Deberíamos ser un poco más abiertos y pensar que los niños y niñas tienen sus derechos: el derecho al juego está recogido en la Declaración Universal de los Derechos del Niño y del Adolescente de las Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1959, que en el principio 7 dice que “El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales estarán orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades se esforzarán por promover el goce de este derecho.”

Nos hemos acostumbrado a pensar que serio es sinónimo de respetable o de educado y sin embargo, no nos paramos a explicar a nuestros hijos e hijas lo que hacen bien o mal, les decimos lo que tienen que hacer y punto. Obviamente, eso es lo que ellos y ellas no respetan.

Sí, se puede y debemos hablar con ellos, que son personas, y nosotros/as hace unos años éramos de su misma estatura.

El espacio público, espacio de convivencia ciudadana

Ahora bien, que queramos defender una ciudad amiga de la infancia no nos debe hacer renunciar a encauzar las reglas de juego de la convivencia ciudadana, en el convencimiento de que no es posible forjar un estadio de libertad, seguridad y civismo donde la convivencia esté ausente, y que debamos preservar el espacio público como un lugar de encuentro, convivencia y civismo, en el que todas las personas puedan desarrollar en paz y libertad sus actividades de libre circulación, ocio y recreo, con pleno respeto a la dignidad y a los derechos de las demás personas.

Y que no nos acostumbremos a ver como normales comportamientos incívicos que comportan un grave perjuicio en la vida de los ciudadanos y ciudadanas que no tienen el deber jurídico de soportarlos.

Queremos proteger a las personas cuando transitan por las calles y que nadie se vea perturbado en su libertad de circulación y a disfrutar lúdicamente de los espacios públicos conforme a la naturaleza y el destino de éstos, respetando los legítimos derechos de las demás personas usuarias.

En consecuencia, entendemos que debemos facilitar que los niños y niñas puedan jugar al balón en la calle como parte de su desarrollo como personas, sin perjuicio de que su práctica se someta al principio general de que no se ponga en peligro la integridad física de las demás personas que también tienen derecho a ocupar la calle, y, en especial, de su seguridad y tranquilidad, así como al hecho de que no impliquen peligro para los bienes, servicios o instalaciones, tanto públicos como privados.

El sentido común nos debe servir de quía y orientación para resolver las situaciones de conflicto que pudieran producirse: usar un balón de goma en vez de uno de reglamento puede ser menos guay, pero resulta igual de divertido y evita que un balonazo pueda ocasionar un daño grave a quien lo reciba; o acompasar el ritmo del juego a las circunstancias del momento, pues no es lo mismo jugar en una plaza semivacía que hacerlo cuando está abarrotada de personas paseando o disfrutando de una conversación tranquila en una terraza… Y que a partir de las 10 de la noche no es una buena hora para jugar al balón en la calle.

La responsabilidad de los daños causados por los hijos e hijas es de los padres y madres

Asimismo, cuando hablamos de niños y niñas que pueden disfrutar de la calle para jugar al balón debemos establecer una edad límite, por ejemplo hasta los diez años, pues a partir de esta edad las ansias futbolísticas de los niños y niñas pueden expresarse a través de las estructuras del fútbol federado que existen en nuestro municipio.

Y tomar conciencia de que si, a pesar de todo se produce un daño a una persona o a bienes públicos o privados, la responsabilidad de los daños causados por los hijos e hijas que se encuentren bajo su guarda es de los padres y madres.

En consecuencia, la Policía Municipal va a desplegar una campaña para conciliar el derecho al juego en la calle de los niños y niñas menores de diez años, con el derecho a disfrutar de la ciudad de las demás personas usuarias del espacio público, limitando la práctica de juegos y de competiciones deportivas masivas y espontáneas o con objetos que puedan poner en peligro la integridad física o perturben los legítimos derechos de los vecinos y vecinas.

En el caso de menores de edad, cuando como resultado de sus juegos se produzca un daño a la integridad física de una persona o a los bienes de terceros, los/as Agentes de la Policía Municipal recogerán el balón, que se entregará a los padres o madres de los/as menores en las oficinas de la Policía Municipal, al tiempo que se les informará de la obligación que les incumbe de hacerse cargo de los daños causados.

Tratándose de jóvenes o no tan jóvenes se les informará de que no pueden jugar al balón en la vía pública, fuera de los lugares habilitados para este fin. Si las personas interesadas persistieran en su actitud podrán ser sancionadas, sin perjuicio de que también se proceda a la incautación cautelar del balón con el que se haya producido la conducta irregular.

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