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Una sala llena de corazones rotos

Ficción adultos/as
Es inevitable preguntarse qué le pasa por la cabeza a un hombre como Micah Mortimer. Vive solo, es reservado, su rutina está grabada en piedra. Todas las mañanas a las siete y cuarto se le ve salir a correr. Alrededor de las diez o las diez y media pega el cartel magnético de TECNOERMITAÑO en el techo de su Kia. Más información
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