Ez omen dute gezurrik esaten eskuko ispiluek. Ez aintzira garbiek. Ez botila hustuek. Denetan leialenak omen dira eskuko ispiluak, egia optiko osorik eskaintzen ez badute ere. Gerta liteke sakelan edota poltsan daramagun ispilutxoa teman ibiltzea ez dakusagun (geure) alderdiren batekin. Eta gezurretan ari zaigula iruditzea. Ez omen dute isla bera isurtzen eskuko ispiluek. Ez aho arrotzek. Ez isiltasun ezagunek. Nire mirailtxo hauek, adibidez, biluzik dabiltza zuen begien aurrean. Lasai aukeratu, hortaz, nola agertu, zeri erreparatu, zeinetan ikusten duzuen zeuen burua hobekien.
Hileko nobedadeak


24 Relatos navarros es una recopilación de narrativa breve de autores navarros contemporáneos. No se trata de una antología sino de una muestra que se inicia con este libro y queda abierta a las dos lenguas propias de Navarra. Informazio gehiago

Sonia conoce a Knut en un foro literario de internet y, a pesar de los setecientos kilómetros que los separan, establece con él una particular relación marcada por la obsesión y la extrañeza. Entre la atracción y la repulsión, no puede evitar sentirse fascinada por este personaje insólito y perfeccionista, que vive fuera de toda norma social y que la corteja a través de suntuosos regalos robados. «Le gustaba ir siempre bien vestido, incluso para ir a robar una simple lata de conservas. Tan joven y hablando de escritores del XIX. Filosofando. Cuestionándolo todo.

En 1904 dos jóvenes peruanos que trataban de conseguir ejemplares firmados por su idolatrado Juan Ramón Jiménez decidieron escribir al poeta fingiendo ser una muchacha llamada Georgina Hübner. El resultado de esta bien documentada broma literaria fue una larga correspondencia que culminaría con el enamoramiento de Juan Ramón por el fantasma limeño, pasión cuyo trágico final el propio autor recogería en su libro Laberinto. Basándose en esta anécdota, Juan Gómez Bárcena propone una imaginativa recreación del episodio y un fascinante relato histórico.

La pasión de Fernando Pessoa por el género policíaco quedó bien documentada en sus textos: «Uno de los pocos divertimentos intelectuales que persisten en lo que aún le queda de intelectual a la humanidad es la lectura de novelas policíacas. Entre el inestimable y reducido número de horas felices que la Vida me permite pasar, considero que el mejor año es aquél que me permite pasar horas enfrascado, de cabeza y corazón, en las lecturas de Conan Doyle o de Arthur Morrison.

El 4 de octubre de 1599, a las doce en punto del mediodía, se encuentran en las canchas de tenis públicas de la Plaza Navona, en Roma, dos duelistas singulares. Uno es un joven artista lombardo que ha descubierto que la forma de cambiar el arte de su tiempo no es reformando el contenido de sus cuadros, sino el método para pintarlos: ha puesto la piedra de fundación del arte moderno. El otro es un poeta español tal vez demasiado inteligente y sensible para su propio bien. Ambos llevan vidas disipadas: en esa fecha, uno de ellos ya era un asesino en fuga, el otro lo sería pronto.

El mito del ser humano que después de muerto se convierte en un cadáver activo, que vagabundea toda la noche y ha de volver a su ataúd antes de la salida del sol, ha dado lugar a una serie de obras maestras de la literatura clásica de terror. El lector encontrará en este libro una esmerada selección de inmortales vampiros alemanes, norteamericanos, franceses, irlandeses, escoceses e ingleses, que han superado la prueba del tiempo y son los ilustres antecesores de esas sagas vampiras modernas, que tanto conmueven a los jóvenes de nuestros días.

'Mi hijo me devora', suspiran las madres, 'consigue vampirizarnos', observan los padres refiriéndose a ese niño que siempre esta protestando, que se pega como una lapa, que monta en colera... La dificultad de imponer límites hay que buscarla en la historia de cada uno de los padres. Las madres lo hacen lo mejor que pueden pero se culpan de no hacerlo bien. Y acaban hartándose. Además, a menudo los padres no se involucran demasiado.

Ante las situaciones de estrés o malestar, los seres humanos disponemos de varias formas de reaccionar. Una de las más frecuentes es la somatización, es decir, la presentación de síntomas físicos, que no están producidos por una enfermedad médica. En este libro se pretende analizar los procesos que nos llevan a mostrar síntomas somáticos, así como a entender los sentimientos de frustración que se producen en estos pacientes cuando consultan en el sistema sanitario. También aporta claves para afrontar mejor estos síntomas y poder llevar una vida con mayor calidad.